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Fábricas de Cultura lleva al Carnaval la conciencia sobre la reutilización del plástico
Por segundo año consecutivo, Fábricas de Cultura participa del Desfile Inaugural del Carnaval de Montevideo presentando “El Mar de la Alegría”. Un concepto creativo surgido de la coordinación del proyecto, a cargo de Julia Silva, y los docentes de la Compañía Titiritera de Sarandí del Yi, Daniel Ovidio Fernández y de la Fábrica de Títeres Gigantes de Maldonado, Jorge Hirigoyen.
Unas 15.000 botellas y bidones de plástico fueron necesarios para lograr la representación de la fauna marina autóctona que incluye medusas y peces gigantes. Cada una insume entre 450 y 500 botellas y requiere de cuatro días para terminarla. “Se trató de que fuera algo vistoso pero más o menos rápido de hacer”, cuenta Hirigoyen.
Los envases se cosen con tanza en mallas de alambre que están sostenidas, a su vez, en estructuras de aluminio desplazas por ruedas. Se buscó un material fuerte pero lo suficientemente liviano para que pudiera ser traslado fácilmente en el recorrido por la avenida 18 de Julio.
Este año la consigna es el reciclado, como forma de concientizar a la población e incrementar la “cultura del reuso”, dice Silva. El material plástico es provisto por la Intendencia de Montevideo que, a través de la Gerencia de Eventos, invitó a la Dirección Nacional de Cultura a formar parte de la fiesta carnavalera.
Clasificar los envases lleva tiempo y por eso, para el año que viene, ya se piensa en implementar una campaña convocando a colaborar con la donación de envases descartables limpios y en buen estado para agilizar el proceso de creación.
Además, el trabajo de las Fábricas incluye la decoración con material reciclable del carro en el que las Reinas de Carnaval y Llamadas abren el Desfile y con el que visitarán los barrios de Montevideo a lo largo de febrero.
Una forma de ver el mundo
Las Fábricas de Cultura juegan un rol fundamental en la inclusión social de las poblaciones más vulnerables. En Sarandí del Yi, la Compañía Titiritera recibe a jóvenes que no estudian ni trabajan. “Es una experiencia vital, una experiencia de vida, una posibilidad de observar y reflexionar sobre lo artístico y cultural”, explica su responsable Daniel Ovidio Fernández.
“El siguiente paso es que quede instalado como algo productivo, no como un trabajo, pero si al menos con la visión de generar pequeñas instancias de trabajo de producción”, agrega.
En Maldonado, los protagonistas son los trabajadores de la planta de reciclaje. Hirigoyen asegura que el trabajo en los talleres de la Fábrica de Cultura les permite organizarse para poder comprar las máquinas de empaquetado y aumentar el valor de la materia prima para luego venderla a un precio mayor en Montevideo. “Descubrieron que se divertían mucho trabajando con esto y que además de su fuente de trabajo es fuente de belleza”.
“El trabajo social tiene que tomar los elementos de la realidad, hay que generar estrategias reales que les provoquen cambios positivos. Sin dudas, la cultura ayuda a eso. El trabajo artístico es una forma de ver el mundo, hay un aporte sobre la posibilidad de ser dual, de dudar, de no ser rígido”, complementa Fernández.
Fábricas, un trabajo de largo aliento
El trabajo de las Fábricas de Cultura empezó en 2007 como “emprendimientos productivos de carácter cultural”, recuerda Julia Silva. “Tratamos de que la persona se quede con herramientas para poder trabajar de eso. Es difícil, pero lo hemos logrado”, añade.
Actualmente hay 29 Fábricas en los departamentos de Montevideo, Maldonado, Rocha, Durazno, Florida, Paysandú, Colonia, Salto, Tacuarembó, Cerro Largo, Canelones y San José.
“Apuntamos a poblaciones vulnerables, no sólo en términos de pobreza sino también a gente que no tiene acceso a bienes y servicios culturales, como jóvenes que no estudian ni trabajan, jefas de hogar y personas con discapacidad”. Sin embargo, Silva aclara que no se quieren generar “guetos”, por lo que se promueve la participación de todos y todas independientemente de su condición.
El trabajo es variado. Desde la creación de ladrillos vidriados en Rivera hasta la fabricación de instrumentos musicales para personas sordas en Montevideo, conforman la propuesta creativa.
Fábricas de Cultura fue reconocido en 2014 por el Fondo para la Diversidad de la UNESCO entre iniciativas de más de 100 países. En este proyecto también participan la gestora cultural Beatriz Belloni y las diseñadoras industriales Ana Inés Olivet y Lucía Guidali.
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