Mensaje de Irina Bokova, Directora General de la UNESCO, con motivo del Día Internacional de la Tolerancia, 16 de noviembre de 2010
Lo que está en juego es muy importante. En un mundo más interconectado que nunca, en el que las comunicaciones jamás habían sido tan fáciles y donde la diferencia entre lo "local" y lo "mundial" no es sino un clic, la tolerancia debe permanecer en el primer plano de nuestra reflexión y nuestra acción. No se la puede dar por segura. El Día Internacional de la Tolerancia es una buena oportunidad para que todos nos movilicemos en ese sentido.
Los peligros son reales. Aun cuando las antiguas líneas divisorias van esfumándose, se alzan nuevos muros entre las personas y las comunidades, muros hechos de miedo, prejuicios, ignorancia y odio. Cada día que pasa nos enseña que no basta con comunicar: debemos establecer contacto. Tampoco basta con intercambiar: debemos compartir. La tolerancia es el punto de partida.
La promoción de la solidaridad moral e intelectual ocupa un lugar central en el mandato de la UNESCO. La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el Día Internacional de la Tolerancia en 1995, a propuesta de la Conferencia General de la UNESCO. Este año, la UNESCO dirige los esfuerzos de las Naciones Unidas con motivo del Año Internacional de Acercamiento de las Culturas.
Procuramos establecer normas para la diversidad cultural. Promovemos los beneficios del intercambio y el diálogo permanentes entre culturas y religiones. Forjamos redes y coaliciones para combatir el racismo y la discriminación. Apoyamos la iniciativa de dar a todos una educación de calidad como instrumento esencial para fomentar la tolerancia y el conocimiento inclusivo. Proclamamos sin cesar que el diálogo abre el camino de la reconciliación en las sociedades que padecen tensiones.
Nuestra labor comienza con los principios de dignidad, equidad y respeto mutuo para todos los hombres y mujeres. Nos esforzamos por convencer a todos de que la complejidad creciente de nuestro mundo no debe eclipsar los valores fundamentales de la humanidad. Las identidades no son rígidas sino ricas y pueden ser múltiples. La promoción de la tolerancia es una cuestión de supervivencia: la supervivencia de la diversidad cultural, de los idiomas, de cuanto constituye la singularidad de cada persona. En esencia, se trata de forjar una humanidad común.
La tolerancia es una fuerza liberadora. No es sinónimo de indiferencia o simple aceptación.
Es un acto por el cual se asume lo que nos diferencia de los otros, al tiempo que estos hacen lo propio con nosotros, y los aspectos enriquecedores de otras culturas se perciben como un tesoro común. El respeto recíproco nos dota de una brújula moral que garantiza que nadie quede al margen: hombres, mujeres y niños de todos los rincones del planeta.
La tolerancia dota de autonomía a las personas, libera a las comunidades y sienta las bases del auténtico crecimiento y la paz genuina. La tolerancia es el método para aprovechar las fuerzas de la mundialización con miras a una humanidad próspera, pacífica y unida. Esta sabiduría es muy antigua, pero sigue siendo el cimiento de sociedades contemporáneas sanas.
En este Día Internacional de la Tolerancia, celebremos la riqueza de nuestra diversidad como un bien común. La UNESCO obra en ese sentido.
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