de la Ley 18.596 colocó una placa recordatoria en honor al último desaparecido de la dictadura cívico militar, Miguel Mato Fagián.
La placa se encuentra ubicada en 8 de Octubre y Larravide.
El 29 de enero de 1982 el militante del Partido Comunista del Uruguay, a sus 28 años, casado y padre de una pequeña hija, fue secuestrado y desaparecido en dicha intersección por personal militar perteneciente al Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA). Luego de su detención fue recluido ilegalmente en el centro clandestino La Tablada y su asesinato ocurrió como resultado de las atroces torturas recibidas.
A 36 años de su ausencia, este crimen de lesa humanidad sigue impune como recordó el presidente de la Comisión Especial, Nicolás Pons, quien además expresó que la instalación de la placa compromete públicamente y jurídicamente al Estado uruguayo a asumir la responsabilidad que le ocupa por haber violentado los derechos de las personas entre 1968 y 1985.
El presidente de la Comisión Especial, Nicolás Pons.
“Este homenaje es un acto de reparación del Estado uruguayo, de construcción histórica del relato del pasado reciente y forma parte de los homenajes dirigidos a quienes dieron todo de sí luchando por la libertad en Uruguay”, explicó Pons.
“Recordar a Miguel, es recordar a todos y todas que sin pedir nada a cambio estuvieron dispuestos a entregar todo para que nosotros seamos libres”, dijo Gabriel Mazzarovich en representación de la familia Mato. Además, destacó los puntos que tenía en común con él: “la condición de comunista, la lucha en la dictadura y el sueño de una utopía de un mundo más justo, en el que la libertad sea plena para todos y todas”.
“En un tiempo infame… en medio de tanta oscuridad, la sonrisa de Miguel era una luz de esperanza para mí y para muchísimos más”, sostuvo Mazzarovich.
“Nuestros compañeros mártires son una inspiración, nos ayudan en momentos difíciles, complejos y hasta peligrosos”, reflexionó Óscar Andrade en su intervención, y sostuvo que “hay historias que merecen ser contadas como la de la generación que decidió no darle un minuto de tregua a las bestias”.
Para Andrade la reivindicación de los espacios de la memoria se sostiene desde el compromiso y el dolor de las más de 300 causas que “están estancadas y empantanadas”.